sábado, 15 de mayo de 2010

► Festejado



Simplemente contigo he tenido los mejores momentos de risotadas, momentos inolvidables en familia que me hacen feliz, porque a tí te veo más felíz; fines de semanas juntos tan solo "porque sí". Amo esas hrs cálidas en familia.
Pero tambn contigo he pasado momentos duros, tristes y uno en particular que nos duele como familia. Creo que no pasará el dolor, pero si se puede calmar y para tí he sido la persona que te hace reir con simples cosas y hoy sobre todo, quiero que rias el día entero, porque eres el festejado y te deso un "LINDO Y FELÍZ CUMPLEAÑOS"




Es rico poder celebrar un cumpleaños a la persona que te vió crecer en todas tus etapas.
Eres increíble Tío, eres mi segundo Padre y siempre has estado ahí. Te agradezco por todo lo que me entregas a diario.

Te deseo un hermoso cumpleaños junto a nosotros (obvio) xD
Que Dios te bendiga y cuide por mxo tiempo más.
Te quiero demasiado y solo pido tenerte conmigo por varios años más... no sé que haría sin tí, hoy no lo sé, no sé mañana...


Abrazos y cariños!

miércoles, 12 de mayo de 2010

► Mansa Woman

Creo que Neruda escribió: “Sucede que a veces me canso de ser hombre”. Buena frase.

Pues bien, a mí me pasa que a veces me canso de ser mujer. Y, por favor, que no se entienda que de repente me dieron ganas de lucir bigotes. Resulta, simplemente, que las exigencias que se le hacen a una por el hecho de ser genéticamente XX son demasiadas. Un ejemplo: con motivo de los 200 años de nuestra Independencia circulan geniales ideas del estilo “Elijamos a la Chilena del Bicentenario”. Sí, tal cual: así como ya se escogió al Quiltro del Bicentenario y otros se entusiasman con organizar el concurso La Cola (trasero) del Bicentenario, no faltan quienes tienen una mirada más holística del asunto y proponen dar categoría de heroína a la compatriota que cumpla con una serie de atributos.

¿Y cuáles serían dichos atributos? He aquí el problema. Además de ser un talento profesional, se trata de una esposa ejemplar, amante fuera de serie y madre abnegada. Por añadidura, este espécimen destaca en alguna actividad propiamente femenina, de esas que realizaban nuestras abuelas, como preparar mermelada de moras recogidas con sus manos. Por supuesto que sus dedos –a pesar de pelar el ajo, como se dice– conservan una manicure de lujo.

Según las encuestas y estudios sobre cómo debe ser la Chilena del Bicentenario, nos enfrentamos a una señora o señorita de otro planeta: a la par de competir sin complejos en un mundo laboral cargado a la testosterona, es capaz de mantener su lado femenino intacto.

Entonces, casi por defecto, entendemos que se trata de alguien que si no le alcanzó para beldad, por lo menos entra en la categoría de atractiva o ‘guapa’. Y cualquiera mortal promedio sabe que para verse aceptable no basta con una manito de gato, sino que muchas veces es necesario recurrir a la manito de un felino tipo Dientes de Sable (¿se acuerdan del gatito de Los Picapiedras?). Esta fulanita excepcional debe, además, andar con una sonrisa de oreja a oreja. Ser y parecer feliz, porque una mina con cara de poto no califica, of course.

Y como broche de oro, la mujer del nuevo milenio debe sentirse li-be-ra-da. ¡Buena la talla! ¿Quién puede sentirse como pajarito sin ataduras con tantas exigencias? No hay salud. Una personalidad de ese talante terminaría convertida en la caricatura de una mujer. En algo así como la Mansa Woman del Jappening con Ja. Es decir, en un personaje grotesco, imposible, ridículo.

Por eso, propongo una sola condición para que nos transformemos en la Chilena del Bicentenario: mandar a varios al demonio, por ponerlo de una forma elegante.

martes, 11 de mayo de 2010

► ...

La inteligencia sin Amor, te hace perverso.

La justicia sin Amor, te hace hipócrita.

El exito sin Amor, te hace arrogante.

La riqueza sin Amor, te hace avaro.

La pobreza sin Amor, te hace resentido.

La belleza sin Amor, te hace ridículo.

La verdad sin Amor, te hace hiriente.

La autoridad sin Amor, te hace tirano.

El trabajo sin Amor, te hace esclavo.

La sencillez sin Amor, te envilece.

La oración sin Amor, te hace introvertido.

La ley sin Amor, te esclaviza.

La politica sin Amor, te hace egolatra.

La FE sin Amor, te hace fanático.

La Cruz sin Amor, se convierte en tortura.

La vida sin Amor, no tiene sentido.

viernes, 7 de mayo de 2010

► Besos ABC1

Aunque era un buen chico, siempre todos molestaban a Tomás por el mismo tema: su origen pituco.
En el grupo, ninguno era muy flaite ni millonario. Éramos simples adolescentes clase media. De distintas clases medias de Concepción, pero con ciertas similitudes: andábamos a pata, no teníamos plata para un cigarrillo ni para un carrete que incluyera comida, y con suerte teníamos celular con prepago. Pero Tomás no. Tomás tenía todas esas cosas: un celular solvente, varias millas de viaje al extranjero acumuladas, compañeros de colegio que parecían hechos a mano y una linda y gran casa en un sector pudiente de la ciudad donde él y sus varios hermanos con apellidos con varias erres vivían felices de la vida.

Pero Tomás era un cuico culposo de serlo. No era el típico niño que quería seguir encerrado en su burbuja para siempre. Por eso, se integró a nosotros. Y hacía esfuerzos sobrehumanos por camuflarse como uno más. Era generoso con sus ventajas de billetera, nos tiraba en su auto a todos a la casa cuando se hacía de noche, nos llevaba a los carretes en los lugares más insólitos del centro al que se nos ocurría ir y compartía con todos. Aunque siempre Tomás estaba haciendo una especie de safari social (nunca le resultó bien eso del camuflaje con sus palabras bien pronunciadas y la leve papa en la boca), era un encanto de amigo. Tanto, que después de unos años de conocernos, un buen día me empezó a gustar. Justo cuando los tiempos coincidieron y los dos terminábamos pololeos aburridos.

Dentro del grupo, casi nadie, quizás nadie por completo, se enteró de nuestro romance fugaz. Pero lo cierto es que con Tomás empezamos a salir, a contarnos la vida y a besuquearnos de vez en cuando, siempre para callado. La primera vez, fue a la hora del queso, escondidos en un carrete al que los demás no nos quisieron acompañar. No conocíamos a nadie y nos sentamos en un sillón mullido. Y ahí, descubrí en su primer beso, que había algo que desconocía hasta ese entonces. Tomás besaba extraño. Apretaba los labios y a veces cerraba la boca. Se desbocaba dos segundos, como si se estuviera volviendo loco y luego volvía a su posición enjuta.

Los besos de Tomás eran apasionados, pero católicos. A veces había enjundia, pero pronto venía una especie de culpa, de austeridad. Como si le gustara mucho un rato, pero después un murmullo divino le impidiera seguir disfrutando tanto. Pecado y felicidad juntos. Y siempre fue así. Hasta que el romance fugaz guateó y cada uno siguió por su lado. Por supuesto, nunca le dije a Tomás que sus besos eran medios beatos. Que tenía que abrir la boca, dejarse llevar, ponerle más labios al asunto. Tomás me gustaba y a pesar de sus besos un poco fomes, me desarmaba su olor dulce en la ropa y su extraño laberinto mental.

Nunca pensé que sus besos apretaditos fueran por lo mismo que lo molestábamos siempre: su origen pituco. Pero pasaron los años y me di cuenta de que el abc1 podía tener algo que ver en el tema. Porque aparte de cuico, Tomás era católico. Muy religioso para sus cosas. Y además, después me tocó conocer a otros tipos parecidos en ese aspecto a Tomás. Y sus besos eran iguales, calcados. Apretados, medios culposos, desbocadísimos a ratos y comedidos a otros. Nada que ver con los besos enjundiosos, salvajes y ricos que me habían dado otros novios con más calle, menos peso moral y también menos alcurnia.

¿Será que nadie allá arriba les enseña a besar con locura total?
¿Será que el beso clase media sabe más bueno?
Tonteras que a una le quedan dando vueltas nomás.

miércoles, 5 de mayo de 2010

► ¿ Me quieres ?

El reloj del celular marcaba la media noche cuando me acosté y cerré los ojos. Su recuerdo me advirtió que no dormiría en toda la noche, pero aun así mantuve mis ojos bien cerrados. Pensando en el sueño que no llegaba, me encontré acorralada por una pregunta:

¿Me quiere?

-¡No te quiere! -Gritó el termoventilador moviendo sus aspas.

-Lo apoyamos, ¡no te quiere! -Dijeron a coro mis zapatillas de lona.

Mientras tanto, mi celular les daba la razón con su silencio sabio.

Pero el colchón que lo extraña decía con sus resortes: “te quiere”.

Como hace días se quedó sin pilas, el reloj de pared no dijo nada.

Pero mis libros viejos se las arreglaron para decirme “te ama”.

Pregunté a los grillos cantantes, por ser los únicos pensantes

y la respuesta fue si, si, si, si, si, si…

Cuando logré relajarme,

Una plaga me picó,

Y de inmediato al rascarme

Otra plaga me picó…

Me di una palmada en la pierna para calmar el dolor,

mas lo único que hice fue presionar el botón

que alarmó mi situación

pues prendió el televisor.

El televisor me dijo:

Claro que no te quiere.

Apagué el televisor

y apuntando el dedo al techo

le dije a mi salvador:

¡Me quiere, tengo derecho!

Pero luego me calmé,

Y bajando el tono dije: Si me quiere no me importa, mientras me quiera mi Dios.

Entonces no me aguanté,

Lo llamé y le pregunté: ¿Me quieres?

y su respuesta fue: "Sí, mucho"

lunes, 3 de mayo de 2010

Florencia* (♪) [Feliciano Saldías]

Tú nombre es inspiración de vida, esperanza y amor
tú rostro refleja el mañana que llega hoy
tú vida es felicidad, anhelos y lente de paz
tú nombre es luz en el camino que nos guiara.

Donde nos lleve el mañana
siempre contigo estaré
y aunque sea en la distancia
por ti yo viviré.

Tus manos son sinceridad, aliento eterno y más
tú cara refleja armonía y serenidad
tus sueños yo quiero velar y darte toda mi verdad
poder trascender en tú alma hasta la eternidad.

Donde nos lleve el mañana
siempre contigo estaré
y aunque sea en la distancia
por ti yo viviré.

Tú nombre es inspiración de paz, esperanza y amor
tú vida es luz en el camino que ilumina hoy.

Donde nos lleve el mañana
siempre contigo estaré
y aunque sea en la distancia
por tí yo viviré
por tí yo viviré.

► [Otoño]


Esta mañana el otoño desayunó conmigo un buen chocolate caliente con galletas de avena para entrar en calor y tener ánimo, porque se viene un día pesado, pero si trabajamos en equipo podremos cambiar todos los colores de un día como hoy.

Y en ese mismo cambio andamos todos, algunos más despistados que otros, pero si nos sentamos en un banco del parque y miramos a nuestro alrededor, hay mucho con que entretenernos. Pasa gente y los más friolentos ya han pillado el abrigo o chaqueta, los presumidos, ya han estrenado la última moda de otoño-invierno, y los remisos se empecinan en querer seguir luciendo el bronceado, que tanto les ha costado conseguir, aunque sea a costa de un buen resfriado.

No se ustedes, pero yo me fijo en las personas, me puedo pasar un buen rato pensando en lo que será sus vidas, tratando de imaginar sus cosas. Pero ante lo que jamás dejo de sorprenderme, aunque para tantos es de lo más normal, es cuando veo el cambio de colores que poco a poco se va produciendo en otoño. Y es que se cuela despacio, si no pones toda tu atención y te fijas, no lo ves, así cuando te quieres dar cuenta, la alfombra de hojas seca se coloca bajo tus pies. Muchos árboles han ido haciendo un desnudo integral delante de nuestros ojos, con el vaivén del viento sinuoso, hoja a hoja como los dedos de los guantes de Fer.

Aunque lo más impresionante es el cambio que padecemos muchos de nosotros, porque no podríamos vivir siempre con esa euforia desbordante que nos invade en verano, esas ganas que nos da el sol para hacer muchas cosas. El cuerpo y el espíritu necesitan un descanso; Al igual que los arboles parecen dormitar en esta época, para retomar las fuerzas que necesitarán en primavera, nosotros tenemos que hacer el mismo.

Es una estación bonita, como todas, aunque tiene muchos detractores y otros tantos sufren un bajón enorme, es muy estimulante para los poetas, nostálgica para los románticos, inmensa para los soñadores. Para todos los que como yo, somos “bichitos raros” a los ojos de muchos, nos inspira, nos envuelve y nos transporta.



Es raro que lo diga, pero me gusta el otoño; sus mañanas y tardes frías, su cielo gris, sus árboles borrosos entre la niebla, vagamente hermosos... Es exquisito cobijarse con una manta en el sofá, mientras el color gris del cielo entra por la ventana y saboreas un chocolate caliente que te hace recordar la esencia de este otoño.