Un rescate de tres clásicos aperitivos chilenos: la pichanga, el arrollado y la infaltable empanada de pino.
La pichanga: El origen de la pichanga es la antigua costumbre que tenían los carniceros de picar los restos de cecinas y embutidos y ofrecerlos a la clientela para picotear. La clásica pichanga mezcla pickles y aceitunas negras con distintos tipos de queso y fiambres de cerdo (como mortadela o arrollado). Otra lleva pedacitos de jamón de campo artesanal, arrollado huaso, queso, aceitunas negras y sevillanas, pepinillos, zanahoria y coliflor en vinagre.
Empanadas de pino: Empanadas rústicas, de esas que se encuentran en puestos a orillas de las carreteras son las más sabrosas. Su crujiente masa y el relleno de enjundioso pino aliñado con toques de ají y comino, la carne queda envuelta con un sabor único que no puedes comer solo una.
Arrollado artesanal: Una de las preparaciones más aplaudidas de la cocina criolla. Se prepara sólo con lomo y filete de cerdo desgrasado, que luego cubren con cuero del pecho del cerdo, que es menos graso, más delgado y no tiene durezas. Aliñado con una pizca de ají, sin ajo ni comino.
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