lunes, 15 de marzo de 2010

► El de los pantalones rotos

Imagínate que vas distraída por la calle y de golpe levantás la vista y ves a alguien que te sonríe y que se va. Esa noche, si llamás a tu mejor amiga, no le vas a decir: “Hoy iba caminando por la calle y un chico con los ojos oscuros me sonrió”. Pero seguramente antes de dormir lo recordarás y otra vez te roba una sonrisa.
Eso es un amor a última vista.

Como bien lo expresa Baudelaire, el amor a última vista es un amor de ciudad. Es el amor en medio de la multitud. Es el flechazo. El relámpago de ver a alguien entre la gente y sentir “eso” que segundos después se va a escabullir así como llegó. A veces es sólo una mirada. Como cuando vas caminando por la calle y chocas la vista con el tipo que habla por celular en la esquina o el tipo de un auto. Son minutos. Se sabe de antemano que no va a haber intercambio de ningún tipo; que sólo se tratará de eso, así de pasajero. Una experiencia perceptual.


Recuerdo que un viernes de aquellos fui a una fiesta con mis amigas. Una fiesta muy top en casa de Nuñez, con buena música, gente agradable, copete y humo por montones, y si bien, Fran, Pola y Coni se fueron a eso de las 5, Colo me pidió por favor que nos quedaramos más tiempo, porque había alguien que le gustaba mucho. Y bueno, yo que estaba super cansada, pero que soy buena amiga, accedí. Pero qué aburrida que estaba... solo quería irme. Recuerdo que un flaco se puso pesado y hasta me arrinconó y me besó, pero a mí no me gustaba para nada, ni su forma de ser, ni su forma de besar; asi que huí. La verdad que tenía ganas de irme de la fiesta y llegar a mi casita, a mi camita, a mi almohada preferida. Pero algo inesperado cambió mi humor.

Me senté en un sillón súper cómoda y me fui quedando dormida mientras Colo revoloteaba por ahí en conquista de su galán universitario.
Al rato un tipo que estaba en el otro sillón me toca el hombro y me dice:

El: Eey! se te corrieron las pantis.

Karen (desganada): Ah, si. La chica que está ahí me quemó con su cigarrillo sin querer, pero bueno...

El: Uuuh, qué lástima. (Se da vuelta).

Karen (Que se despertó súbitamente al mirarlo bien): Pero... ¿Queda muy mal? (mostrándole sutilmente la rodilla derecha )

El (que le vuelve a prestar atención a Karen y a su rodilla): No, te queda bastante bien.

Karen: Pero sabes qué?. Tú estás peor. Se te rompieron los pantalones.

El: Uy, no me di cuenta. ¿Me queda muy mal?

Karen: No. A tí te queda bastante bien.

(Risas de los dos)

Karen: Dime la verdad.

El: A ver. ¿Qué?

Karen: Te rompiste los pantalones a propósito para tener onda...

El: Sí. Fue un trabajo arduo. Me costó.

Karen: O fuiste al shopping y le dijiste a la vendedora – “Dame los pantalones más rotos que tengas. Los quiero ya.”

El: Me descubriste. Soy una víctima más de la moda.

Karen: Me lo imaginaba.

(Risas de los dos)


En ese momento viene Colo a buscarme y tuvimos que emprender el regreso en el auto y llevar a su nuevo galán a casa.

Podría decir tantas cosas acerca de él. Que era un tímido, un lerdo o un tonto. Que cuando lo saludé me podría haber pedido el celular, el mail, o cualquier cosa. Pero no. No voy a decir nada. Es que es linda la sensación de que un desconocido te lleve a hacer bromas tontas y reírte por cosas insignificantes. Es muy linda la sensación de sentir que alguien te gusta al menos por cinco minutos.

De todos mis amores a última vista, que han sido cientos, este fue con el que más hablé. =)

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