domingo, 27 de diciembre de 2009

► Vanidad

Dos y veintiocho de la mañana. Me encanta comenzar mis escritos con tres cuatro o cinco palabras antes de un punto. Luego de tanto leer, escribir, fumar y tomar vodka quiero concluir con estas líneas la velada romántica que yo mismo me regalé esta noche. Noche de reflexión, de ideas comunistas sembradas de pronto en mi mente llena y necesitada de consumos extravagantes. Necesario es comprender la calidad efímera de nuestra existencia. Quiero comenzar a ver el barro barato de que está hecho lo material. Necesito divorciarme del mundo y casarme para siempre con la verdad que representa mi presencia en la tierra.
“Vanidad de Vanidades, todo es vanidad” habrá gritado alguna vez aquél rey antes de escribirlo en el Eclesiastés. Hoy quiero copiarlo y gritar las mismas palabras a manera de expulsión. ¡Vete de mi vida vanidad! Déjame en paz que sólo el humilde será ensalzado. Dos y treinta de la mañana. Buenas noches vanidad, que descanses. Te quiero

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