miércoles, 8 de julio de 2009

► Mis mañas en el sexo

El concepto maña, como tal, lo ocupaba mi mamá para decir que yo era una niña difícil a la hora del almuerzo, porque no me comía el tomatican, que no lo tragaba justamente por eso, porque era una mañosa. “Déjate de ser mañosa -continuaba–, porque en el mundo está lleno de niñitos que no tienen qué comer y felices se servirían este rico tomatican”. Mmm…No, mami, aún no creo la segunda parte, pero, en fin, ocuparé ese concepto, acuñado tan fielmente por ti, pero esta vez para describir ciertos gustos en la cama en medio del acto sexual. No te lo diré, claro. Te vendría un ataque al corazón y te mueres in situ.


MAÑA NÚMERO UNO: “No alumbre, si lo va a hacer, hágalo”
Comenzó a los dieciseis. Estaba con Santi, uno de mis primeros pololos, y en medio del calor de un beso quinceañero, el niño me miró y me dijo: “Quiero hacer el amor contigo, Karen”. Mi cara fue de “no repetir, no entender”. O sea no. “Por ningún motivo, don Santi. Sácalo de tu cabeza”, porque eso me impacta. No fue por la idea de hacer lo que seguramente don Santi venía imaginando en su cabecita adolescente desde hace ya un buen tiempo, sino que lo que me molestó profundamente de la frase fue el adelanto, la advertencia, la anunciación de dicho acto. De ahí en adelante, gracias a don Santi, nunca más me gustó la idea de: “Karen, ya pues, estamos dados, esta noche salta la liebre”. No, no, no. Que no me vengan los nuevos “Santi 2.0″ con el exceso de información. O se les ocurre como abordarme y generar un atmosfera, o tal vez se me ocurre a mí y sale increíble, o nada. Pero, lo siento, eso de la publicidad anticipada del producto no va conmigo. Viva la improvisación. La excitación inesperada.


MAÑA NÚMERO DOS: “Calugasos out”
Ésta necesita de una pequeña explicación. Porque sino quedaré como una meretriz profesional, una chica de la noche de las que cobran por lo que yo hago con gusto. Y no es raro que eso pase, porque mi maña número dos viene de ahí, de ese mundo del comercio carnal. Hace años lo vi en una película y caí en mí: no era original de Karen la maña. Y consiste en que no doy besos mientras tengo sexo. No doy besos en la boca mientras hago el amor. Y no es que sea una declaración de principios ni nada, si a veces he roto mis propias reglas, nunca tan estructurada, pero es que me desconcentro con el besuqueo. Claramente prefiero mirarlo a la cara y respirar agitado o articular el movimiento del resto de las partes de mi cuerpo y concentrarme.
Por eso debe ser que no doy besos. No tiene que ver con lo de las prostitutas y su miedo a enamorarse, tiene que ver con que me gusta más estar con mi boca lejos de su boca y mi pelvis pegada con Stick Fix a la de él. ¿Taquilla no?


MAÑA NÚMERO TRES: “Calladito te ves más lindo”
Me cargan los parlanchines. Me carga la conversación en medio del acto. No me gusta, no sé por qué. Hay gente que aprovecha de decir todo aquello que, no estando excitado, no puede decir; o aprovecha el momento para declararse largamente en medio del vaivén de los cuerpos y eso me da lata. ¿Por qué no esperamos para después, cuando estemos descansando uno al lado del otro y conversamos todo aquello que nos atormenta en el día y en el trabajo? ¿Por qué no vemos mañana lo de las vacaciones? ¿Por qué no eres más inteligente y se te ocurre que me amas más que a tu ex polola cuando prendas el cigarro y no ahora que me estás penetrando con las primeras cuatro letras de esta palabra? Sin más explicaciones, cierra tu boca.


Bueno, este tema de las mañas sólo lo entiende la persona que no se comía todas las comidas con agrado cuando infante. Pero tal vez todas y todos tenemos una que otra maña. Lo sé porque anduve sondeando y algunas amigas creen que después de cada polvo deben cambiar las sábanas; otras sienten que no pueden hacerlo si está la tele prendida; a otras no le gusta que le aprieten con fuerza los pechos o les da rabia que le digan “tócate tu misma las pechugas”. En realidad, a mí tampoco me gusta eso. En realidad me gustan miles de otras cosas, de hecho, el sexo me alucina. Pero eso de tócate tu misma, en el acto, tampoco me gusta. Chuta, ya llevo cuatro. Soy lo peor. ¡Cabra chica mañosa, habiendo tanta gente en el mundo que feliz se comería el tomatican entero!

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