jueves, 4 de junio de 2009

► Tontemia

Una mujer muy elegante subió a la micro. Su aroma a gladiolo, mezcla de polvos para la cara y perfumes varios, golpeó al resto de los pasajeros como un frenazo de emergencia. Ella sujetó su Louis Vuitton y arriscó la nariz. Dos paraderos más allá, un oficinista que iba a su lado carraspeó discretamente.
"Mal educado", dijo la mujer y me miró buscando apoyo. Como yo no dije nada, ni asentí, ni sonreí, ni nada, entonces la mujer añadió: "Acuérdese que llegó la pandemia".
¡La tontemia querrá decir!, me dieron ganas de gritar. Pero guardé silencio y recordé la histeria colectiva por la muerte del general del pueblo; al candidato Alejandro Navaroo hablando en tercera persona, como futbolista; y a la gente que conversa sobre Elisa como si realmente estuviera perdida.
No tengo claro en qué momento comenzamos a aceptar como normales situaciones que caen en el absurdo, por no decir en la tontera misma. Contra esta epidemia, que mata de a poco las neuronas, nadie tomó ninguna medida preventiva y los resultados están a la vista.
El año pasado, por ejemplo, se declaró la crisis económica y nos preocupamos porque los mercados estaban inquietos. ¡Inquietos!, como si los mercados fueran criaturas con vida propia que saltan de un lado a otro con piernas ágiles y peludas, los gremlins manejando las bolsas en Estados Unidos y luego en Chile.
La tontemia es sumamente contagiosa y no existe barrera sanitaria que pueda impedir que se propague de un país a otro. Cuando se dieron a conocer los primeros casos de gripe porcina en México (rebautizada como influenza humana), no faltaron los cuates que comenzaron a tratar a sus compatriotas como parias, como muertos vivientes, como eliminados de un reality show.
El virus AH1N1 todavía no llegaba a nuestro país. Sin embargo, bastaron unas pocas horas para que los chilenos sufriéramos un cuadro de tontemia aguda. Un par de enviados especiales de la TV viajó a México y siguió cámara en mano a un tipo que estornudaba. Lo único que vi en mi televisor fue el primerísimo primer plano de una nariz moquillenta, como tantas, pero en este caso se trataba de una nariz mexicana y sospechosa.
La tontemia es también una de esas enfermedades llamadas oportunistas; esas que atacan cuando el organismo está estresado y las defensas aflojan. Quizás en el último tiempo hemos trabajado mucho y eso explique tanta paranoia y al diputado Girardi dando la nota.
Bueno, hasta aquí nomás escribo, porque parece que me voy a resfriar y seguro que es culpa del tipo que carraspéo en la micro. ¿Qué quieren? Tampoco yo me he vacunado contra la tontemia.

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