sábado, 9 de mayo de 2009

► El Galán Romántico ¬¬

O yo soy de otra raza o tengo una disfunción cerebral, porque la cosa romántica acompañando a la relación sexual no la llevo, o sea me gusta la buena poesía, me encanta el romanticismo como período de la historia del arte, más bien me trastorna, pero la cosa romántica cursi, así como la imagen de la copa de champaña y la chica en baby doll blanco sobre pétalos de rosa en el cubrecama, no me excita ni aunque lleve veinte años sin sexo y aunque el galán fuera George Clooney. Bueno, es un decir, a Clooney le aguantaría hasta que en pleno acto hiciera aparecer un osito panda de peluche que dijera “I love you”. A Clooney le aguantaría la vida.

Volvamos a la realidad, donde no abundan los Clooneys, pero sí los hombres cursis; esos que podrían llegar a decirte al entrar a un motel: “Si gustas puedes ir a empolvarte la nariz”, cuando la verdad es que una quiere empolvarse o llenarse de polvo, pero no precisamente en la nariz. Eso me suena como a droga y no va por ahí el deseo. Siempre he tenido problema con las frases muy repetidas, frases cliché...me quitan las ganas traumáticamente.

Pero el problema entre mi yo sexual y mi yo romántico, se acentuó con Santiago, un romántico por excelencia. Él era mi compañero de....y romántico. Romántico pero mal, al chancho, de hecho escuchaba a Ricardo Arjona. ¿Qué hombre puede escuchar Arjona? Bueno, Santiago, además era como un cantante frustrado, porque sin tener buena voz, cantaba. La primera vez, recuerdo que dejó de hacerlo y comenzó a cantar en mi oído! y no cualquier canción, sino la siguiente: “deja la luz encendida/ quiero mirarte desnuda/ ahora no hay ninguna prisa y te amaré de punta a punta”. Quedé tan afectada desde esa ocasión, que incluso me vino un tic nervioso. Cuando estoy en el súpermercado y suena esa canción me dan ganas de llamar de "punta a punta" a Guadalajara y expulsar tanto asco de mi cuerpo en el stand de las bebidas.

Eso sin relatar sus diálogos en la cama: “hay algo en ti que me hace ver estrellas”, “nos conocemos de otra vida”, “te soné desde que era un niño”, “quiero que seas mía”, “te vi y supe que eras para mí”, “nos fundimos el uno en el otro en un solo corazón”. ¡Por Dios! Yo sólo quería un...cómo decirlo sin ofender al Valentino del siglo XXI, yo sólo quería un simple polvo. Un encuentro sexual, rico, relax, piola, pero sin amor ¬¬

Y eso que el sexo con Santiago era exquisito; todo suave, lento, perfecto, como de video clip. Pero de video clip ochentero en el litoral central bajo puesta de sol. A veces yo estaba en el sofá al lado de él y se acercaba para dedicarme canciones. Pero lo peor fue cuando al día siguiente de una noche calentona en la casa de un amigo en común, y estando en medio de la neurosis de mis rendiciones, debí abrir una carta quemada por los bordes que me había enviado con carácter de urgente para pedirme “pololeo” ¬¬ Entonces, cuando el profe entró, y alegó a los cuatro vientos por el olor a quemado en la sala, no pude mentir y tuve que decirle que Santiago, el príncipe del amor, había quedado enamorado la noche anterior y me había escrito una carta quemándola por los bordes. Santiago se creía como de teleserie de época. Ja!

No quiero parecer malagradecida de la vida, yo de verdad creo que él me quería, pero más se quería él, le gustaba sentirse así, enamorado, creer que si tenía sexo con alguien era el más puro amor y la más pura entrega por los siglos de los siglos amén. Se sentía pleno, pero así como se enamoró de mí, se desenamoró. Y el adiós vino justamente en la noche que cumplíamos cuatro meses en donde la ternura desbordaba y de tantos pétalos de rosa esparcidos por el piso, me vino una alergia horrorosa. Sorry, pero no aguanté. “¡Para de romper flores, Santiago, por favor! ¿Ves que me acabo de pinchar el traste con una espina? ¡Además no paro de estornudar y tú no dejas de cantar Cristián Castro! ¿Acaso no te importo? ¿Acaso no ves más allá de tus sentimentales narices? ¡Deja de amarte a ti mismo, hombre! ¡Métete tu colonia con olor a vieja y tu cd Alberto Plaza por donde más te quepa! ¡Viva el sexo sin amor! ¡Viva la carne y el placer egoísta y delirante! ¡Viva la lujuria!”. -----Nunca más me habló, obvio, lo dañé.

Hace tiempo, ya 6 años, supe que tenía una polola de la misma calaña sentimental, pero que no le cante De punta a punta, que esa canción ya es mía. ----jajajajaja!!! =)

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